El papel de las pequeñas y medianas empresas es decisivo para que se siga haciendo vida y creando empleo en los núcleos rurales más despoblados de España. Gracias a su trabajo histórico y a una apuesta por la innovación y la sostenibilidad, Calcetines Mingo, empresa centenaria burgalesa, ha sido galardonada como Pyme del Año de la provincia de Burgos, un galardón otorgado por Banco Santander y la Cámara de Comercio
Lo fácil es que al crecer uno quiera mudarse a una casa más grande y con vistas, pero es precisamente gracias a los que prefieren mantener las raíces y los orígenes que hoy podemos poner en el mapa a pueblos que estarían condenados a la desaparición. Es lo que ocurre en municipios como Pradoluengo, situado al este de la provincia de Burgos y más conocido como el pueblo de los calcetines. Hace 15 años tenía el doble de habitantes que ahora, que apenas alcanza los 1.200.
Sin embargo, gracias a que el arraigo ha sido una elección para la empresa que mueve la economía en el pueblo, Pradoluengo camina con calcetines y con paso firme hacia el futuro del rural. Esta es la historia de Calcetines Mingo; la historia de Pradoluengo.
Calcetines Mingo es una empresa fundada por Avelino de Miguel en 1914 y que hoy es regentada por José Manuel Mingo, cuarta generación de la familia. La apuesta conjunta por la tradición familiar y la innovación enfocada a la sostenibilidad son los ejes sobre los que gira el espíritu de esta empresa que ha sido reconocida con el Premio Pyme del Año 2021de la provincia de Burgos. El galardón, otorgado por Banco Santander y la Cámara de Comercio, pone en valor méritos como la creación de empleo, las acciones de formaciónpara los empleados, las iniciativas de innovación y los proyectos sostenibles en los que se involucran. Este premio es otra muestra del compromiso que la entidad financiera mantiene con pequeñas y medianas empresas desde hace años. Prueba de ello son los 4 millones de clientes pymes con los que cuenta.
«Ser reconocidos como Pyme del Año en Burgos ha sido un orgullo porque venimos de un sector que estaba desapareciendo» (José Manuel Mingo, gerente)
La andadura de Pradoluengo en la industria textil se remonta a finales del siglo XIX cuando la fabricación de boinas y calcetines se convirtió en el motor de la economía local de los pies a la cabeza, literalmente. Los recursos naturales del entorno favorecían enormemente la producción, como es el caso de la lana merina o las fuertes corrientes del río Oropesaque garantizaban la energía suficiente para el funcionamiento de batanes, telares e hilaturas. En sus inicios, casi todo el pueblo estaba involucrado en la fabricación de calcetines en sus diferentes fases. Sin embargo, el esplendor se fue perdiendo por la entrada de inversores extranjeros y por la crisis general de la industria textil. Eso sí, Calcetines Mingo resistió llegando a producir el 25% del consumo nacional de calcetines.
Actualmente, la empresa que dirige José Manuel Mingo tras varias generaciones tiene la mirada puesta en el futuro sin renunciar al pasado. Cuenta con 25 empleados de los cuales casi todos residen en Pradoluengo. Juntos forman un equipo especializado en la fabricación de calcetines técnicos de altas prestaciones enfocados a distintos deportes. Producen, aproximadamente un millón de pares de calcetines, de los que unos 400.000 se destinan a exportación.
De boinas a calcetines que limpian mares
Llegar hasta donde están no ha sido fácil. Cuando José Manuel Mingo asumió la gerencia en 1999 «nos dimos cuenta de que teníamos que cambiar prácticamente todo por completo. Vimos que teníamos que especializarnos en un producto de alta calidad, personalizado… que a los grandes fabricantes asiáticos no les interesaba fabricar». Ahí fue cuando «la innovación y el desarrollo fue desde el primer momento casi una obsesión». Dentro de esta innovación, una de las líneas más novedosas que han creado es Freewaves by Funstep, que son calcetines creados con plásticos sacados del mar.
«Por cada par de calcetines Freewaves by Funstep se retira el equivalente al peso de una bolsa de plástico en el mar» (José Manuel Mingo, gerente)
«A través de un proveedor surgió la idea de colaborar juntos en este proyecto». En los mares habitan incontables cantidades de plásticos que no se limpian; se acaban degradando y se convierten en microplásticos. «Cuando los pescadores echaban sus redes, sacaban de todo. Lo que hacían era quedarse los peces y devolver la basura al mar. ¿Qué se hizo? Fue a través de Ecoembes y la empresa que hace los hilos que se llegó a un acuerdo que les permitiera llevar a puerto todos los residuos que pescaban en sus redes». Una vez en tierra firme es la propia Ecoembes la que selecciona y filtra los desechos y los microplásticos. «El resultado es un hilo con unas características idénticas al hilo original», explica Mingo, que asegura que el hilo procedente de plástico es prácticamente igual en aspecto y textura.
Gracias a este proyecto por cada par de calcetines Freewaves by Funstep se retira el equivalente al peso de una bolsa de plástico en el mar». Mingo enfatiza que «tuvimos que adaptar nuestro producto, que no es fácil, para lograr fabricar un hilo que combinase microplásticos del mar con algodón orgánico». A simple vista es un calcetín normal de algodón, pero incorpora poliéster que proviene de plástico recuperado de los mares.
El futuro del mundo rural
A pesar de tanta innovación, Calcetines Mingo y sus trabajadores, como es el caso de Amaya Pereda dan mucho valor a la apuesta que se hace por permanecer en Pradoluengo. Ella es originaria del municipio burgalés y vive allí, pero para que más gente como Amaya pueda hacerlo «se necesitan empresas como Calcetines Mingo que nos den la oportunidad de crear un futuro y una vida en el pueblo».
Lo mismo opina Ángel Martín, recién jubilado tras décadas rodeado de calcetines. Tiene claro que «hay que intentar continuar con el trabajo en los pueblos; crear empresas en las zonas rurales para que puedan continuar con vida porque si no esto se muere». Realmente, no es la población la que huye de los pueblos, sino que es la falta de oportunidades laborales lo que les obliga a hacerlo.
«Para poder vivir en el pueblo se necesitan empresas como Calcetines Mingo que nos den la oportunidad de construir aquí nuestro futuro» (Amaya Pereda, empleada)
Premiadas en Galicia
Banco Santander premia cada año, en cada provincia española, a una pyme por su aportación a la riqueza local de los municipios donde se asienta y por apostar por la generación de empleo. Entre los requisitos para optar a este galardón anual que concede la entidad, las empresas deben tener menos de 250 empleados y facturar menos de 50 millones al año.
Los premios otorgados en 2021 reconocieron a la coruñesa IMATIA INNOVATION S.L., enfocada en la modernización y transformación digital de empresas y administraciones públicas y que nació como una spin off universitaria que ahora ayuda a compañías de todo el mundo a aumentar su productividad. En la provincia de Lugo, la premiada ha sido ALIBÓS GALICIA S.L., una empresa de Monterroso que trata 8.000 toneladas de castañas al año y que ha seguido innovando y creando empleo en el sector agroalimentario a pesar de los intensos meses de pandemia.
La bodega CREGO E MONAGUILLO S.L. ha sido la galardonada en la provincia de Ourense por su amplia trayectoria en el sector vitivinícola. Centrada en promover el desarrollo económico de la comarca en la que se asienta, también puede presumir de ser la primera bodega de la Denominación de Origen Monterrei.
Mientras, en Pontevedra, ha sido TESIS GALICIA la pyme seleccionada en la provincia. Desde 1995 han centrado su actividad en la producción y distribución de productos químicos para el sector industrial, a la que han incorporado recientemente -y con el fin de conservar los recursos disponibles- servicios de tratamiento de aguas de depuradoras, pozos de decantación y almacenaje.
Además, la empresa TEIGA TMI, S.L., dedicada a proyectos industriales y energéticos, ha obtenido en esta edición el Accésit de Empresa Responsable a nivel nacional por su labor centrada en capacitar a personas con y sin diversidad intelectual. A través de un proyecto llevado a cabo con la Asociación San Xerome Emiliani, de A Guarda, se capacitó a personas en un método concreto de agricultura ecológica que todavía no está implantado en España. De esta manera, fue posible empoderarles para poder optar, de forma inclusiva, a empleos relacionados con el medio ambiente y el cultivo de flores.
Fotografías: Sergio González.
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O Resumo Edición Nº 506 - 3 de Junio de 2022
Fuente: lavozdegalicia.es 23.05.2022
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