Hace unas semanas tuve la oportunidad de viajar a Galicia para disfrutar durante 72 horas de una ruta gastronómica express. Aunque parezca imposible, nunca antes había visitado esta maravillosa comunidad, pero después de este intenso fin de semana, pienso volver más de una vez y con más tiempo seguro. ¿Cómo podría no volver a un lugar donde comes marisco por menos de 25€ por persona, con vino y postre incluidos? Al menos en Barcelona ya os aseguro que no.
Esta ruta que hice forma parte de un grupo rutas Gastronómicas por toda Europa, podéis ver el resto de propuestas de destinos gastronómicos en el blog de Expedia aquí.
Tuve que planificar una ruta para comer en los sitios mejor recomendados de La Coruña, Finisterre y Santiago de Compostela (dejo para otro momento Pontevedra, Lugo y Orense, fue imposible estrujar tanto en tan pocos días). Hablé con varios amigos y conocidos, gente que sé que podría informarme bien sobre dónde comer en Galicia. Mi querido Juan Carlos del blog Gastronomía en Verso me mandó un correo con muchísimos restaurantes magníficos en su ciudad, Coruña, y algunos fuera. Pam, de Uno de Dos, me recomendó un par más y luego ya amigos de amigos, conocidos gallegos, pusieron la guinda al pastel.
Primera parada: Coruña
Nos alojamos en el Hotel Meliá María Pita, un clásico de toda la vida restaurado hace algunos años. Las mejores vistas de Coruña, un desayuno exquisito y las habitaciones y baño inmensos. Os lo recomiendo sin lugar a dudas.
Paseando por las calles de Coruña:
Churrería Bonilla a la Vista (la de la calle Galera es la más auténtica), en esta churrería se hacen las típicas patatas que están de moda ahora, las que vienen en esa lata gigante y que están tan sumamente buenas.
5.00 h (día siguiente): visita a la lonja de Coruña
Una de las experiencias más mágicas que he vivido. Amanecer (después de la cenorra del día antes) tres horas antes de que saliera el sol, con frío, sueño y resaca, fuimos a la lonja de Coruña a ver la subasta del pescado. No está abierta al público, para ir hay que solicitar un permiso especial, por lo que lo hizo todavía más intrigante y apasionante.No puedo describir lo que sentí viendo a toda esa gente comprando el pescado, a los que cantaban los precios rebajando a velocidad del rayo los productos que habían sido traídos esa misma noche de alta mar.El ambiente que se respira en la lonja es tenso por el horario y las prisas pero hay tan buen rollo entre los que están allí, risas, abrazos, miradas cómplices, como me dijo Montse, una de las pescaderas con quien tuve el placer de charlar un ratito, eso es como un colegio de mayores.Si tenéis tiempo debéis parar en el pueblo de Carral, famoso por el pan, aunque allá donde vayáis en Galicia el pan es espectacular, a cada cual mejor que el anterior que hayáis probado. Pero si tenéis tiempo, pasad por las panaderías de Carral.
Comer en Finisterre
Ese mismo día nos pusimos rumbo a Finisterre (Fisterra en Gallego), conocido como el fin del mundo. Solo tuvimos tiempo de ir a comer a Tira do Cordel (la mejor lubina que he probado jamás) y de ver la puesta de sol desde lo más alto de la colina.
Comer en Santiago
Es casi obligatorio pasar por el restaurante Abastos 2.0, os garantizo que tuve una de las mejores experiencias gastronómicas en años. Y eso que fui con un amigo que hacía dos semanas que estuvo en el Celler de Can Roca y me dijo que casi había disfrutado más aquí que en el mejor restaurante del mundo.
Y como punto y final, la guinda del pastel de nuestro fin de semana gastronómico, la puso el restaurante Casa Marcelo. Mi amiga Marta no pudo describirlo mejor (fue un par de días después que nosotros), me dijo: “Dios, estoy a punto de llorar. Estoy disfrutando tanto de la comida que casi me abrazo con el camarero”. Eso mismo sentimos nosotros. Y eso que estuvimos a punto de no ir porque ya no podíamos de comer comer y comer. Menos mal que soy un pozo sin fondo y a mí esto de comer no me satura jamás; porque creo que nunca en mi vida había comido tan bien. No sé si fueron un cúmulo de sensaciones, entre el agotamiento del día anterior de ir a la lonja, el viaje a Fisterra, la cena en Abastos 2.0, el paseo por Santiago, la misa en la catedral donde vimos el Botafumeiro…
Y no me quiero ir sin mencionar a mi otro gallego favorito, Álvaro Outon, con quien tuve el placer de pasar un ratito por la tarde. Vino a verme cuando estaba en Casa Marcelo y aunque él crea que es él quien se siente privilegiado por haberme conocido, creo que es al revés. Él es el genio. Tomad nota de su blog, seguidle. Porque este chico, llegará muy lejos. Su blog: Bake Alvaro.
¡Ah, y una semana más, no os olvidéis de echar un vistazo a mi último post en #SolarisByMe, donde os enseño un rincón mágico en el Empordà: un restaurante en lo alto de una colina, dentro de un faro! No os lo perdáis, aquí.
O Resumo Edición Nº 342 - 12 de Octubre de 2018 Fuente: lacocinadecarolina.com