Santiago impulsa una revolución educativa contra el uso prematuro del móvil
- AEGU
- 2 abr
- 3 Min. de lectura
Una ola de reflexión sobre el impacto del uso precoz de los móviles se extiende por los centros educativos gallegos, impulsada por el llamado Pacto de Familias, una propuesta que apuesta por una infancia más libre de pantallas.

En un momento en que la tecnología forma parte del día a día de niños y adolescentes, un grupo de madres y padres ha decidido marcar un límite. La iniciativa comenzó en el Colegio La Salle de Santiago de Compostela, donde su Asociación de Madres y Padres promovió un acuerdo colectivo: ningún alumno de 1º de ESO tendrá móvil con acceso a internet. La medida no es una imposición, sino un pacto voluntario que busca un compromiso compartido entre las familias.
El objetivo es claro: reducir la presión social que sienten muchos menores a la hora de tener un smartphone simplemente porque “todos los demás lo tienen”. Con este acuerdo, si nadie lo tiene, nadie se queda fuera. Así se protege a los alumnos de doce y trece años —edad habitual en 1º de ESO— de una entrada prematura en el mundo digital, aún sin la madurez suficiente para gestionarlo.
Un modelo que se extiende
La propuesta no tardó en despertar interés. Otros centros, como el Colegio La Inmaculada, ya la han replicado con éxito, y ocho nuevas ANPAs de colegios públicos, privados y concertados están valorando sumarse. Lo que empezó como una iniciativa local podría estar germinando como un movimiento educativo pionero a nivel nacional.
Riesgos del uso precoz de móviles
Detrás de este impulso está la creciente preocupación por las consecuencias del uso prematuro de los móviles en la salud mental y emocional de los adolescentes. Numerosos estudios apuntan a una relación directa entre el abuso del smartphone y problemas como la ansiedad, la baja autoestima, la adicción a redes sociales o el aislamiento social. A ello se suman riesgos como el ciberacoso o el acceso a contenidos inapropiados a edades tempranas.
No obstante, los impulsores del pacto recuerdan que esto no va solo de prohibiciones. Va de crear conciencia colectiva, de establecer acuerdos que faciliten una educación más humana, más pausada y menos dependiente de lo digital en los primeros años de adolescencia.
¿Es suficiente con limitar?
Algunos expertos en educación, como la investigadora británica Victoria Goodyear, señalan que limitar el acceso no basta si no se acompaña de una educación digital sólida. Es decir, hay que enseñar a los jóvenes a convivir con la tecnología, a usarla de forma crítica y responsable, en lugar de simplemente restringirla.
En ese sentido, el Pacto de Familias puede entenderse no como una solución definitiva, sino como el primer paso de un camino más amplio hacia una alfabetización digital responsable.
Un nuevo modelo de corresponsabilidad
Esta iniciativa no nace desde los despachos institucionales, sino desde abajo: desde las familias organizadas que buscan proteger el desarrollo emocional y social de sus hijos. Santiago de Compostela, sin proponérselo, está liderando un modelo que podría inspirar a otras ciudades de Galicia y del resto del país.
Frente a un entorno cada vez más saturado de estímulos, notificaciones y pantallas, este pacto ofrece una pausa. Una oportunidad para repensar cómo queremos que crezcan nuestros hijos y qué papel debe jugar la tecnología en sus vidas.
O Resumo Semanal - Edición Nº 636 - 3 de marzo de 2025
Fuente: noticiasgalicia.com 28 de marzo
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