"Tengo un Alma Maragata, un Alma celta, un alma de Ishapan, así como un alma criolla"
Debido a la excelente relación institucional de tantos años entre AEGU y UCU, y en el marco del convenio entre estas dos instituciones, nuestro joven asociado AGUSTIN DOMINGUEZ SILVA (Gerente de operaciones de Canelux S.A- operadora de servicios logísiticos- representante de IFCO, proovedor global de soluciones logisiticas para alimentos frescos), participará del PDD INTENSIVO 2021, que brindará la UCU Business School. Compartimos a continuación su Historia vida:
Mi nombre es Agustín Domínguez, nací un 5 de julio de 1984, y mi relato es quizás mas español que gallego.
Soy nieto de Maragatos (de España) y Navarros por el lado paterno, y de Uruguayos Criollos por el lado materno, y ese apego con España nace de una necesidad de conocer a un abuelo que no pude conocer.
Mi abuelo Domingo Domínguez fue un emigrante de la guerra civil, nacido en 1912 en el pueblo de Viforcos, en plena Maragatería, comarca de Santa Colomba de Somoza, a algunos kilómetros de Astorga, y cuya ciudad cercana más grande es León, capital de la provincia.
Los Maragatos, eran originalmente arrieros de la provincia de León, y su nombre, entre otras teorías, se debería a que comerciaban pescado de Galicia (Mar) a Madrid (Gatos). (https://www.pescaderiascorunesas.es/arrieros-maragatos).
Mi abuelo tuvo la gran fortuna de aprender a leer y escribir en una España donde eso era un privilegio. Su padre, un arriero de la zona, y su madre, una gallega en maragatería, tenían un buen pasar. Estudió con uno de sus hermanos mayores en la capital de la comarca, Astorga, luego yendo a León donde ingresaría a trabajar en las dependencias de El Correo, para luego ser relocalizado en la capital de la, por entonces, Republica de España.
La historia quiso que estallara una guerra civil, y que Domingo fuera parte del bando republicano.
Luego de finalizada la guerra, y habiendo pasado un tiempo de recuperación dentro de un convento junto con su hermana, quien lo cuido y protegió, su hermano Agustin Domínguez, quien por ese entonces ya residía en Uruguay y estaba consolidado en Montevideo, lo mando buscar.
Llego a Montevideo en 1940, a vivir con su hermano, y dejando atrás a su España, a la que, por las historias que me han contado, solo le habría dicho "hasta luego".
En el año 1941 conoció a mi abuela, Petra Ramírez, una hija de navarros duros y trabajadores, con quien estuvieron de novios durante 10 años, y finalmente en 1951 se casaron, teniendo a su primera hija en 1952, mi tía Rosario, luego a mi tío Álvaro en 1954 y por último a Jorge, mi padre, en 1957.
Contaba mi abuela que el abuelo no hablaba mucho, y lo adjudicaban a sus vivencias en la guerra. No hablaban, al punto que mi abuelo enfermó, y entre ellos dos, nunca hablaron de su enfermedad, simplemente la afrontaron como podían, como salía, y como salió. Entre su llegada a Montevideo y su adiós en 1969, mi abuelo logro tener su comercio de quinielas y lotería, su agencia de viajes y seguros, y tener sus partes de ómnibus en Cutcsa.
Ese legado, es el que le permitió a mi abuela, costurera, mantener a sus tres hijos, que estudiaran y se graduaran, comprar su casa, adquirir algún otro inmueble, y no tener que correrla tan de atrás.
El negocio de la lotería y el de los seguros, perduraron en el tiempo. El primero, tuve el orgullo de trabajarlo a los 16 años, ayudando a mi padre, cortando talones, repartiendo a los subagentes de lotería, cobrando y yendo a hacer la devolución, Luego de la reforma tributaria, fue mejor dejar ir ese trabajo por lo que en 2009 se entregó la agencia.
Los seguros siguen en la familia bajo la gestión de mi tía Rosario, pero fueron el puntapié de inicio también para mi viejo hasta que su carrera le demandó priorizar.
Tuve la suerte de viajar a Viforcos en 2002 y conocer sobrinas de mi abuelo, de oír muchas historias de él durante sus viajes a España en los años 60, conocer su casa de niño y los edificios donde trabajó.
En el 2018 volví con mi esposa y mi hija mayor, por entonces única hija, con mis hermanas, sus familias, y mi madre Rosario, buscando que mi hija conozca la casa del "amuelo momingo", a recorrer León una vez más, y a conectarme con esos sentimientos inexplicables que se viven cuando uno visita a sus ancestros.
Cada vez que piso León, Astorga y Vifrocos, son torrentes de vino, risas, lagrimas, euforia, en definitiva, por esa conexión, por ese sentir, y con ese seguir conociendo a mi abuelo desconocido, en una búsqueda permanente de engrosar las raíces.
Es esa conexión con España la que me ha ido permitiendo adquirir una sensación de haberlo conocido, de estar conociéndolo.
En cuanto a mi, he tenido éxitos positivos, y éxitos negativos, he aprendido que todos los golpes se van volviendo éxitos, y que algunos éxitos nos pueden provocar golpes.
Tengo una hermosa familia con Sofia, Carmela y Faustina, que, sin duda, son la galaxia entera, mis soles, estrellas, planetas, y también algún meteorito, pero con ellas vamos conformando un gran hogar. Nos vamos acompañando en todas.
Me encanta jugar al futbol, hacer asados, cocinar y, sobre todo, comer y probar nuevos platos.
Trabaje en una compañía de seguros y desde 2012 estoy trabajando con IFCO, una empresa global proveedora de servicios logísticos a través de envases retornables de plástico, que busca, con un modelo de economía circular, mejorar el uso de los recursos propios y de terceros. Buscamos estandarizar las cargas de productos alimenticios, mejorar los tiempos de carga y descarga, mejorar el uso de los espacios físicos, el uso de los transportes, e imponer estándares de higiene y calidad con nuestra solución.
En paralelo, he buscado además emprender mis ideas, primero con una herramienta de software para la venta masiva de seguros, y luego en el rubro alimenticio, ambos sin éxito económico.
No me considero un empresario, honestamente, creo que me queda grande ese traje. Me veo más como un laburante que trabaja con más personas, que toma decisiones, se equivoca, aprende, y sigue; un laburante dispuesto a tomar riesgos, y que a medida que va avanzado en la vida, los va midiendo de forma distinta. En todos los rubros donde me he involucrado, campo, seguros, tecnología o logística, busco aprender, repensar y hacer, para volver a repensar y volver a hacer.
En todo trabajo me he topado con buenos jefes, buenos socios, y también con jefes sociópatas y malos socios; buenos clientes, y clientes que mejor perderlos; tremendos proveedores y algunos que "para que te traje". Con todos aprendí, y sigo aprendiendo, tratando de no perder la perspectiva que fui adquiriendo del mundo empresarial, buscando que en el momento que me considere un empresario, sea a gracias a un camino de acciones y cosas bien hechas.
Quiso ese vínculo entre el camino al empresario y la familia, que una prima me acercara a esta gran Asociación que me recuerda todos los viernes, por si en algún momento lo olvido, que tengo un alma maragata, un alma celta, un alma de Ishapan, así como un alma criolla, propia de esa mezcla que este continente propició, y que nos hace quienes somos. Como decía García Lorca, "El español que no ha estado en América, no sabe qué es España"
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