Desde blusas de más de cien años hasta muebles que han estado siempre con la misma familia, estos artesanos y diseñadores son los expertos en aplicar esta tendencia en Galicia
«Las cosas de hoy ya no duran como las de antes». Ese es uno de los comentarios típicos de las abuelitas, que se quejan de las prendas de vestir, muebles o electrodomésticos que, contrarios a los de su época, «ya no duran para toda la vida».
«Hace 60 u 80 años, la gente reparaba las cosas. Si algo se dañaba, cambiabas la pieza, que solía costar poco. Ahora, en cambio, lo tiras», relata Mar Outerelo, pensando en sus electrodomésticos y dispositivos tecnológicos.
De hecho, según datos de la ONU y la consultora McKinsey and Company, cada año un europeo produce 7,3 kilogramos de desechos electrónicos y más de 15 kilos de desechos textiles, cantidad que se duplicó entre los años 2000 y 2014.
Las asociaciones de consumidores se quejan de que cada vez las cosas duran menos, y las campañas de comunicación y márketing nos invitan a estar en una espiral constante de comprar y desechar sin que sea verdaderamente necesario, en un entorno donde «estar a la moda» y tener los últimos artículos de temporada se tiene más en cuenta que pensar en la sostenibilidad del planeta y de nuestros bolsillos. Ante este panorama, algunos negocios han decidido luchar. Mientras el comercio ofrece blusas por dos euros en las rebajas, ellos le imprimen calidad, diseño y ecología a la reutilización y remodelación de artículos que ya existen, con una única premisa: «Aquí nada se tira».
Nueva vida a lo antiguo
Fran y Patricia son un par de hermanos que se dedican al diseño de moda. Trabajaban con grandes marcas, pero desde hace 25 años son los dueños de La Canalla, una empresa viguesa que se dedica a rediseñar prendas de vestir usadas para darles un aire de modernidad y personalidad.
«Les damos mucha importancia a la belleza y a la moda como comunicación. Entendemos que la ropa es una representación y se ve influida por las cosas que pasan, pero no entendemos la forma en que se llevan las tendencias ahora, que todos se tengan que ver igual. Más bien creo que puedes mezclar cosas en tu armario y vestirte con mucha personalidad», remarca Patricia expresando su postura.
«Cuando un cliente nos trae una prenda, le preguntamos por qué quiere conservarla, y también un poco de la historia de la misma, además de sus gustos. Solo reparamos cosas que valgan la pena, porque si no estaríamos tirando el trabajo. Luego le proponemos dos opciones de diseño, uno más modesto y uno más elaborado, y junto con el cliente decidimos sobre la intervención», detalla sobre el proceso por el que pasan todas las prendas. Una vez aprobado el diseño, cobran ocho euros por cada hora de trabajo invertida en la intervención.
En La Canalla, al igual que en otros 177 establecimientos de Galicia, aplican la filosofía de la alargascencia, un movimiento anticonsumista que busca darle una segunda vida a nuestras pertenencias a partir de la reparación, el intercambio, alquiler o donación.
El directorio nacional creado por la asociación Amigos de la Tierraenumera negocios de toda España que se especializan en la reparación o venta de segunda mano de artículos tan diversos que van desde piezas de bicicletas hasta prendas de vestir.
Es el caso de La Canalla, que a lo largo de sus 25 años de vida, incluso ha reparado blusas de los años 20. «Hace poco una chica nos trajo una blusa de seda de su bisabuela, tenía casi cien años. Solo alargamos la vida, porque nos parecía un pecado hacerle algún cambio. Era preciosa, así que recuperamos la estructura», relatan los diseñadores.
Al igual que los propietarios de La Canalla, Juan y Violeta, de Revolta Background (Vigo), se dedican a la reparación de artículos antiguos, solo que en este caso se trata de muebles. Juan viene de familia de carpinteros y Violeta es una mujer creativa. Cuando se mudaron a vivir juntos hace diez años, llegaron a un apartamento viejo y con mobiliario antiguo. Por cuestiones de presupuesto, decidieron poner a volar su creatividad y restaurar los muebles en lugar de comprar unos nuevos.
A pesar de que ambos tienen trabajos a jornada completa, dedican su tiempo libre a crear muebles personalizados que no solo responden a la filosofía ecológica, sino también a la conexión emocional. «Puedes tener muebles con gran valor económico o sentimental, pero desactualizados, o puede que no quieras tener los mismos muebles que tiene todo el mundo, y ahí es donde entramos nosotros. La madera es muy agradecida, si la trabajas vuelve a parecer nueva y nos permite darle una segunda vida a esa pieza. Aunque también utilizamos materiales nuevos,reutilizamos lo que ya tenemos, rediseñamos, fusionamos, transformamos y creamos un mueble único y especial», explican sobre el proceso.
Esta pareja está convencida de que podemos vivir de otro modo y ellos quieren formar parte de esa realidad. «Vivimos en una sociedad de consumo basada en el ‘usar y tirar’, pero poco a poco, vamos siendo más las personas que queremos actuar diferente. El cambio es posible», concluyen.
Hazlo en casa
En Betanzos, Mar también se dedica a la restauración y reparación de muebles, pero ha ampliado el foco. Además de reparar mobiliario antiguo, en su negocio imparten cursos y talleres a personas que están interesadas en aprender a hacerlo ellas mismas.
Cerámica, pintura, caligrafía, restauración, patronaje y confección son solo algunos de los más de 30 cursos diferentes que tienen en Co&Co Diseño, una empresa que empezó como una fábrica para muebles de mascotas, y que hoy ha dado una vuelta de 180 grados, aunque siguen con el mobiliario para los peluditos.
Los 12 empleados de este negocio se dedican a la restauración de muebles para sus clientes externos, pero también enseñan a niños y adultos a trabajar con las manos. «Hay un interés creciente de la gente por alargar la vida de las pertenencias y aprender a hacer las cosas ellos mismos. La mejor muestra es que empezamos el 2018 con 17 alumnos en nuestro curso de restauración y hemos cerrado el 2021 con cerca de 130», relata Mar orgullosa.
Aún así, reconoce que hay un largo camino por recorrer, especialmente porque algunos dispositivos no vienen hechos para ser reparados, o porque preferimos la rapidez. «Mira, ocurre con los secadores de pelo. Tienen unos carboncillos que hacen funcionar el motor. Al mío se le estropeó y cambiarlo costó dos euros, pero la gente normalmente lo tiraría», explica, aunque las reparaciones tecnológicas no tengan nada que ver con sus talleres. En sus instalaciones trabajan con artesanías y también realizan formación con la intención de que nada se desperdicie, además de darle una segunda vida incluso a las cosas que podrían parecer basura.
«A lo mejor me traen una silla que es irrecuperable, pero resulta que el respaldo se puede salvar. Pues hacemos un espejo con eso. O si sobran cachitos de tela del curso de patronaje, pues se va para el patchwork. Aquí tenemos la filosofía de que nada se tira y lo que sale, sale bien hecho», recalca Mar, orgullosa de su negocio y del cambio que ha podido percibir en sus alumnos más jóvenes, que también se preocupan por la reutilización de materiales, con acciones tan simples como convertir las bandejas plásticas de fruta en paletas para la pintura.
Así que ya lo sabes, la próxima vez que pienses en tirar algo, a lo mejor te compensa pasarte por el directorio de alargascencia para darle un nuevo aire con mucha personalidad. Podrás repararlo, intercambiarlo, darle de una segunda vida y, en el peor de los casos, a lo mejor haya alguien dispuesto a reciclar esos materiales para que, por lo menos, no terminen en desiertos de ropa o vertederos tecnológicos.
O Resumo Semanal - Edición Nº 526 - 21 de Octubre
Fuente: lavozdegalicia.es 18.10.2022
Comentários