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El gran apagón de las fábricas en Galicia

Los anuncios de cierre de Endesa en As Pontes y Gamesa en As Somozas se suman a otros que amenazan el futuro de las comarcas del norte de A Coruña y Lugo


Protesta en San Cibrao (Lugo) por el cierre de la factoría de Alcoa, en diciembre.EMILIO PÉREZ? VÁZQUEZ / EFE

Al grito de “Sen industria non hai futuro”, más de 200 trabajadores marcharon por las calles de A Coruña el 22 de enero. Eran de la central térmica de Endesa, en As Pontes, y de la fábrica de palas eólicas de Siemens Gamesa en As Somozas. Ambas empresas anunciaron este mes su intención de cerrar. La primera con un plan de reubicaciones y la segunda con un despido colectivo para 215 personas. La consigna se ha convertido en un himno para los trabajadores de las comarcas del norte de Galicia, que experimentan serios golpes de las manufactureras. Al cierre de estas dos plantas, se suma el caso de Alcoa —pendiente de resolución— que persigue un despido colectivo anulado por la justicia en 2020.


La industria gallega es más volátil que otros sectores. Un ejemplo claro es la crisis del coronavirus, que le provocó una caída 11 puntos mayor a la que experimentó el PIB de la comunidad en su conjunto. Incluso en 2019 decreció un 1,4% con respecto a 2018, según el último anuario de la economía de Galicia. Juan Ares, economista de la Universidad de Santiago de Compostela (USC), asocia la caída al comportamiento de la energía. El académico concreta que se debió al convulso escenario que deja Endesa: “La actividad en la autonomía está muy concentrada, si se pincha uno de los sectores importantes, se resfría toda la industria”, explica.


Endesa concluyó el pasado enero, tras un año de pruebas, que los planes para quemar biocombustibles en la central de As Pontes son inviables. La Xunta, el Gobierno central y el Ayuntamiento emitieron un informe opuesto y creen que la empresa no está dispuesta a trabajar en la viabilidad económica del proyecto. Marcos Prieto, trabajador de la central y representante de UGT, asegura que el problema está en que los técnicos de la energética basaron el documento en un modelo con 50% de carbón, cuando ellos proponen uno sin el mineral. La compañía defiende que ha usado el modelo acordado con todas las partes.


Fue el segundo golpe económico de ese mes después de que Gamesa informase de su cierre, alegando una falta de demanda de las palas que produce en As Somozas. Sergio López, presidente del comité de empresa, asegura que se trata de una deslocalización encubierta: “Da la casualidad de que paralizaron el nuevo modelo cuando compraron una planta en Portugal”. La Xunta concuerda y ha pedido a Trabajo que revise el ERE. Para Anxo Calvo, economista de la Universidad de A Coruña, podría responder a un cambio en las previsiones del crecimiento eólico. La compañía abrió a finales de los noventa para responder a unas tendencias que después se enfrentaron a cambios regulatorios en Galicia y en España y con el parón de las renovables en 2012: “Esto mermó la velocidad de crucero con la que avanzaba la energía renovable”, afirma.


Pancartas de protesta en la central térmica de Endesa en As Pontes.OSCAR CORRAL / EL PAÍS

Galicia no recupera los niveles de producción que tenía en la primera década del siglo. Solo cinco sectores —alimentos, bebidas, papel, químicas y otras manufactureras— produjeron en 2019 más que en 2007, tras las dos últimas crisis. Los expertos lo achacan a la dificultad de las industrias para adaptarse a la transición energética. Tanto la Xunta como el economista de la USC Xavier Vence coinciden en ese diagnóstico. Calvo, que también fue director general de Industria entre 2005 y 2009, cree que también falta nivelar las capacidades de innovación con las de producción energética y manufacturación de componentes. Espera que eso se considere ahora, con el parque eólico de Galicia en pleno crecimiento.


Los efectos de la transición ecológica y la reforma del mercado eléctrico derivaron en altos costes que le restan competitividad a la industria de alto consumo eléctrico, según Vence. Es el caso de Alcoa, que desde 2012 reclamó una solución para estos precios. Aún los considera un lastre para la producción en su fábrica de aluminio primario, cuya venta negocia con la Sociedad Estatal de Participaciones Industriales.


Un vacío social

Las decisiones de las empresas amenazan el futuro de las zonas que abandonan. En la comarca de Ferrol (A Coruña), por ejemplo, a la Xunta le preocupa que los cierres de Endesa y Gamesa afecten a la región. Los ferrolanos ya hacen frente a la escasez de nuevos encargos en los astilleros de Navantia. Lo mismo pasa con la comarca de A Mariña (Lugo): sin Alcoa, perdería gran parte de sus ingresos.


Según Juan Ares, existe una sensación de desmantelamiento del tejido productivo tradicional, fundamental para la economía gallega: “Tenemos industrias antiguas con problemas estructurales, es complejo encontrar una solución inmediata”. La recuperación toma tiempo, pero hay sectores que poco a poco han crecido, como el automovilístico, asegura. Los trabajadores tienen la noción de que negocian con una pared, las decisiones se toman a cientos, o miles, de kilómetros de Galicia.


Así fue para los trabajadores de Alcoa, que tenían la percepción de que la empresa no buscaría otra alternativa, el cierre era definitivo mucho antes de acabar las negociaciones. El caso de Endesa es similar. El alcalde socialista de As Pontes, Valentín González Formoso, cree que la energética nunca tuvo la intención de reacondicionar la central. “Nos sentimos engañados, somos un pueblo maduro, que sabe diversificarse”, subraya. Prieto está de acuerdo y, aunque da la bienvenida a los nuevos planes de la firma —una planta de hidrógeno y un plan eólico—, duda de que eso vaya a cambiar la situación: Gamesa se irá aunque las palas sean útiles para los nuevos proyectos. “Nosotros vimos la reconversión del sector naval, ya sabemos cómo va esto”, zanja.


La inseguridad se apila con preocupación por el futuro del norte gallego. No solo en el caso de los despidos colectivos, sino también por las reubicaciones y sus efectos en la vida de los vecinos. Prieto cuenta que él tendría que moverse a Lleida, y no sabría cómo resolverlo. Su esposa tiene una plaza como profesora: “Nos ha descolocado todo”. Formoso se pregunta qué pasará con los que se queden: “Un tercio de nuestro territorio es mina y el Ayuntamiento perdería un 26% de sus ingresos”, advierte. Ambos seguirán buscando fórmulas para que la transición energética no deje nadie atrás.




O Resumo Edición Nº 447 - 12 de Febrero de 2021

Fuente: elpais.com 9.02.2021

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