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Hogar Español de Montevideo - Buque Insignia de la Colectividad Española en América



Ahora tus impuestos tendrán más valor


Apenas ayer ellos forjaron nuestro futuro. Hoy nos necesitan a todos. No dejemos que languidezca la ilusión de vivir con dignidad su última etapa. Si nos miramos en su espejo nos veremos a nosotros mismos dentro de muy poco tiempo.


Para conocer los detalles de como tú también te verás beneficiado con la nueva idea de compensación de impuestos, concurre a la charla de Celestino Duarte el sábado 20 de julio de 2019. Allí, en el propio Hogar Español, juntos encontraremos el camino para que nuestra historia y esencia sigan vivas y no se diluyan en el olvido


Junto a ellos te esperamos

“Hoy somos los que debemos hacer un esfuerzo para que el Hogar permanezca cumpliendo esa labor que nos enorgullece y nos distingue”. Ángel Domínguez

Cuando aquellos emigrantes españoles de mediados del siglo pasado arribaron a Uruguay, se encontraron con una sociedad en progreso, que brindaba oportunidades por igual. El porvenir estaba asegurado, todo iba a depender del esfuerzo y la suerte de cada uno.


A finales de la década de 1950 todo empezó a cambiar. Comenzaba una época de transformación profunda sin retorno. El tiempo de la bonanza económica concluía.

Desde la tranquilidad de sus hogares, primero uno de ellos, un enfermero del Hospital Maciel, Gumersindo Álvarez y después algunos más, comenzaron a observar como otros compatriotas emigrantes, se revolvían como podían para subsistir entre la escasez, la soledad y la desesperanza. Entonces el alerta golpeó fuerte en los espíritus de algunos más afortunados, que no dudaron en poner en movimiento sus reservas de solidaridad, a la luz de lo que sus ojos comenzaban a percibir. La sorpresa los sacudió. Quizá ni ellos mismos sospechaban que eran poseedores de tales reservas.


Comenzaron a aparecer algunos de sus paisanos que vivían desamparados en el medio de la pobreza y el caos. No había tiempo que perder y algunas voluntades forjaron ideas claras. Sin medir consecuencias , los espíritus generosos actuaron de inmediato en favor de los necesitados y así, de la utopía a una realidad, nació el Hogar Español y Ambientación de la Ancianidad.


En abril de 1964 comienza la formación de una sociedad benéfica que surge del entusiasmo emergente de algunos visionarios, buenos y generosos hermanos. A pesar de los temporales que tuvieron que soportar aquella planta creció, está sana y sirve de cobijo a muchos que la necesitan. Pero un peligro latente acecha y para que la planta continúe sana, fuerte y el ciclo de la vida continúe, es imprescindible el cuidado, la atención diaria y la colaboración de todos.


Gumersindo Álvarez Blanco llegó a Montevideo con diecinueve años de edad, casi analfabeto. Con el afán de progreso trabajó en lo que pudo y cursó estudios en el turno nocturno durante varios años. Con el pasar del tiempo se fue superando hasta ingresar en el Hospital Maciel como enfermero. Allí comenzó a notar las necesidades de algunos de sus paisanos de edad avanzada, que vivían solos, que eran atendidos en la Sanidad Pública y al ser dados de alta no tenían a donde ir ni a quien recurrir para continuar con la recuperación, ni disponían de recursos para ingresar en alguna residencia de la tercera edad. La única alternativa era el Asilo Piñeyro del Campo, dependiente de la Sanidad Pública, notoriamente carenciado.


Gumersindo Álvarez percibió la idea de formar una residencia para españoles carenciados, de la tercera edad. Se la planteó a sus amigos pero al principio no encontró eco. Entonces, en enero de 1960 se auto suscribió como único contribuyente de la sociedad benéfica en formación. Anotaba en una libreta y le mostraba a los demás la cifra que se iba acumulando con el único aporte de una buena parte de su sueldo. En abril del mismo año logró convencer a Jesús Alonso y pasaron a ser dos los socios suscriptores. Apenas dos socios para la aventura soñada y ya habían pasado cinco meses, cuando al fin las voluntades brotaron como el agua de un manantial y de una vez se suscribieron José González Gonda, Germán González Pérez, Juan Moreira, Celestino Caeiro, Manuel F. Alonso, Francisco Vázquez, José Benitez Alonso, Ramón Colomé Solé, José Pino, Plácido Añón, Manuel Otero Bello, José Alonso, Aquilino Perin Barreiro, Manuel y José Fernández, Manuel Martínez Rodríguez, Ángel Albariño, Hipólito Porteiro, José Barreiro Lago, Asunción G. de Durán, Manuel Bravo, Gumersindo Carballal, Estévez y Juncal, Carlos Fernández, Francisco Lorenzo, José Souto Souto, Ubaldino Mosquera, José Manuel Pazos Pereira, Ángel Rodiño Buceta y enseguida un número importante de entusiastas colaboradores.


Al día de hoy la planta continúa viva, dando sus frutos, pero corre gran peligro de extinción por la insuficiencia del líquido elemento que la mantiene en pie.


¿Seremos capaces nosotros de emular el valor de aquellos pioneros soñadores, arquitectos de una realidad que merece el mayor de los elogios? ¿O miraremos hacia otro lado y dejaremos que la planta se marchite?


Hoy la observamos con orgullo, vigorosa, ejemplar. Mañana, sin nuestro auxilio, quien sabe lo que pueda ser de ella.


La buena noticia es que... ¡Hoy aún estamos a tiempo de evitar que “el Buque Insignia de la Colectividad Española en América” se hunda para siempre!


Desde hace más de medio siglo y a través del tiempo hasta el presente, una legión de colaboradores, en bien de nuestros mayores, mantuvo vivo el orgullo de todos los españoles. Ahora es nuestro turno. Entre todos podremos lograrlo.


¡Únete a nosotros en este llamado de honor! 



O Resumo Edición Nº 376 - 12 de Julio de 2019

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