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JESÚS RAMA CASTRO

Fundador de Pontyn S.A. - El tercero de siete hermanos, fue ya desde niño un fiel reflejo de las enseñanzas de su padre, “El trabajo dignifica y hace grande a los hombres”.

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“Lo fundamental es construir, lo que se aporta a la vida siendo fiel a tus principios. No importa el dinero, no importan los títulos, sino andar por la vida con honor, cumpliendo tu palabra. Lo importante es la familia”

“Emigrante, no mires atrás”

Don Jesús nació en el año 1937 en la provincia de  La Coruña,Carballo,  en la pequeña aldea de Xoane, donde el frío azotaba en invierno y el calor agobiaba en verano.

El tercero de siete hermanos, fue ya desde niño un fiel reflejo de las enseñanzas de su padre, “El trabajo dignifica y hace grande a los hombres”. 

Desde su niñez la tierra fue su escuela, donde aprendió (junto a sus hermanos) a plantar y cosechar con sus propias manos los alimentos que él y su familia comían a diario: “A nosotros no nos sobraba mucho, pero tampoco nos faltaba nada”.

En aquella casa de campo donde los autos no llegaban por ese entonces y con el pueblo más cercano a 3 kilómetros, la familia Rama era afortunada; tenía tierra, patatas, huevos y cerdos, así que un plato de comida nunca faltaba en la mesa. En tiempos donde la solidaridad no era una elección sino un deber, Don Jesús recorría el barrio con la fuente (que le daba su abuela) con parte de un cerdo recién carneado, para que los vecinos más pobres se pudieran preparar un “caldito”.

Su niñez fue feliz; tenía muchos amigos, mucho campo para jugar, una familia numerosa, un hogar donde los valores se enseñaban con los hechos, donde el trabajo, el respeto y la familia eran el principio de todo. A pesar de la calidez de su hogar Jesús creció en una España dura, bajo la (dictadura del General Franco), a la cual su padre le tenía mucho temor, por la posibilidad de que él o uno de sus hijos tuviera que ir a la guerra. “Muchos vecinos fueron y nunca volvieron”.

El miedo de su padre a la guerra y la necesidad de preservar a sus hijos, hizo que tuviera que  mandar a su hijo mayor (José) lejos a los 17 años… y a los 19, le tocó el turno a Jesús.


“Adiós mi España querida, jamás podré olvidarte”

El 9 de setiembre de 1956 Don Jesús Rama se convertiría en uno de esos emigrantes que sube a un barco con lágrimas en los ojos dejando todo atrás, la familia, la tierra y la única vida que conocía.

Una nueva historia comenzó a escribirse durante esos largos 20 días arriba del barco Monte Urbasa, que lo llevó por varios puertos, pero finalmente atracó en la ciudad de Montevideo, el lugar donde Jesús construiría su segundo hogar, su segunda casa. Fueron años duros, apenas 20 pesetas (el equivalente a 4 dólares) era todo el capital que traía en el bolsillo y sus manos curtidas prontas para trabajar la tierra. Lejos de eso su camino lo llevó a un almacén donde le darían su primer empleo en Uruguay. De ahí a un bar y luego a otro almacén donde sin imaginarlo, en uno de los tantos pedidos que entregaba a diario, conoció a la mujer de su vida: Teresita Toscano. Para casarse con ella debió pedirle la mano al italiano Gaetano, su padre. Tan nervioso estaba en ese momento que solo atinó a decir: “Están verdes las uvas...”

Se casaron en 1962, e instalaron un almacén en la calle Manuel Alonso, acompañados por su primer empleado Enrique Pérez, con quien trabaja hasta el día de hoy. Aquel negocio le exigía veinte horas de mostrador, sin cerrar ni el 1 de Mayo.

En 1967, tras el nacimiento de sus hijos Antonio y Daniel, cumplió su sueño de regresar a Galicia. Al parecer, el viaje de reencuentro le sentó muy bien, porque de vuelta en Montevideo instaló un negocio mayorista. Al principio le fue bien, pero a los cuatro años la situación desmejoró, tanto que perdió todo lo que había conseguido en años de trabajo. “Le hice honor al apellido, quedé en la calle, pero sin deudas”. Un gesto que le valió el reconocimiento de muchas empresas que le dieron una nueva oportunidad cuando abrió Pontyn en la calle Arenal Grande.


La máxima batalla de mi vida: “clínicamente muerto”.

En un día común de trabajo, prácticamente cerrando su negocio en Arenal Grande, entraron unos ladrones en forma muy violenta, sin darse cuenta ni siquiera de lo que estaba pasando Jesús les entregó todo lo que había, pidiendo que no lo mataran pues tenía hijos chicos y una hija de diez meses. Uno de ellos apoyaba la pistola sobre su hombro y el rubio le gritó: “Matalo que tiene poca plata”. Tras varios tiros a quemarropa Jesús cae tendido. Como pudo, muy mareado y sin fuerzas, llega hasta la vereda y se arroja allí. Su vecino Raúl junto con otro más, lo traslada al Hospital de Clínicas y apenas comienzan a atenderlo en la urgencia lo consideran un caso perdido.

“Es un caso perdido… No tiene sangre, tiene las uñas negras, síntoma de la gran hemorragia”.


Junto a los médicos se encontraba el Prof. Dr. Barquet, catedrático grado 5, quien con mucha decisión dijo: “¡Sangre y suero, al quirófano ya! ¡Vamos a intentarlo!”

Tras largas horas en la sala de operaciones, el Dr. Barquet habló con su familia y les dijo que la situación era extremadamente grave, pues se le había perforado el hígado y el pulmón y había perdido muchísima sangre. “Él tiene muchas ansias de vivir… Si en 72 horas conseguimos que despierte tal vez… hicimos todo lo posible… pero no podemos asegurar la vida”.


La familia rezaba, solo pedía que Dios extendiera sus manos sobre el enfermo.

La recuperación fue terrible, las enfermeras del Clínicas mientras lo curaban, oraban y le pedían al Señor que lo salvara.

Gracias a su mujer, a su esposa, quien estuvo a su lado incansablemente, salieron adelante; ella abría el negocio todos los días, atendía a los tres chicos que ya tenían y otro que estaba por llegar.


 “Yo ya estaba muerto, yo ya sé lo que es morir. Cuando nos morimos, todo se vuelve polvo, tierra, pero hay algo que no muere. Unos dicen que es el alma, el espíritu, pero hay algo que queda ahí y no muere, hay algo que no muere, porque a mí me pasó”

El renacer: “la vida te quita, pero también te da”.

Luego de una milagrosa recuperación sintió la necesidad de ir a ver a su madre a su pueblo natal. Es así que en 1975 realizó el viaje que cambió su vida. Fue en una tasca de Carballo que se encontró con un amigo de la infancia: Chicho Calvo. Es allí que decide comprar las primeras 50 cajas de Atún Calvo e iniciar este nuevo emprendimiento. “Yo voy a llevar Calvo a Uruguay”


“La morriña de los gallegos es algo fuerte”, y en Jesús Rama algo muy presente hasta en nuestros días (Esto fue comentado en un encuentro empresarial europeo por el CEO de Calvo ante dos mil empresarios europeos).


PONTYN S.A. – LA HISTORIA DE UN EMIGRANTE

La empresa Pontyn S.A comenzó como almacén mayorista en la calle Arenal Grande y Justicia; se mudó luego al Parque Batlle, hasta que en los años 80 se constituyó como importadora en Capitán Lacosta y Pedro de Mendoza, donde continúa estando al día de hoy.

En ese mismo año comenzó a envasar alimentos con su propio nombre: El Emigrante.

Amante de su tierra natal, Jesús despierta en esta actividad con productos de su tierra y logra la importación de la marca de conservas Calvo, originaria de su pueblo natal, Carballo. Actualmente ha incorporado otras marcas más como Antiu Xixona, Delaviuda, Doña Jimena, Carmencita, Estrella Galicia, Dani, Bettanin, entre otras.

Hoy en día la importadora dirigida por su hijo Daniel ha ampliado sus oficinas y depósitos a 4000 m2. Cuenta con 6000 clientes activos, más de 1000 productos en su cartera y les da trabajo a más de 300 familias en Uruguay.


Don Jesús, amante acérrimo de su tierra, continúa con sus tradiciones; forma parte del Centro Gallego de Montevideo y le gusta bailar la jota y la muñeira en el grupo Raigames. Fue dos veces presidente de los Rotarios en Uruguay y colabora con el Hogar Español con productos españoles de su empresa.

Con una historia de vida extraordinaria, Jesús a sus 81 años contempla una empresa consolidada y en constante evolución, disfruta una familia numerosa compuesta por sus cinco hijos, nueras, yerno y once nietos. Consolidó su compromiso de amor en sus bodas de oro con Teresita, y aún es el primero en llegar a las 04:00 Am para abrir la empresa.

“Lo fundamental es construir, lo que se aporta a la vida siendo fiel a tus principios. No importa el dinero, no importan los títulos, sino andar por la vida con honor, cumpliendo tu palabra. Lo importante es la familia”, reflexiona Jesús, mientras besa a Teresita, su amor de toda la vida.


O Resumo Edición Nº 333 - 10 de Agosto de 2018

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