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MARIA SANDRA CANEDO ARIJÓN

De Padres de Carballo. Abogada, escribana, MBA. Con AEGU, desde antes que esta naciera.

Agradezco a la Asociación de Empresarios Gallegos del Uruguay la oportunidad de poder contarles lo que fue mi historia hasta hoy, que tengo 50 años de edad.

En la introducción de mi libro de vida, están sin duda mis padres, esos que siempre viven nuestro presente, marcan y delinean nuestro pasado y colaboran en nuestro futuro en forma importante.


Mis padres nacieron en pequeños pueblos de la alcaldía de Carballo, en La Coruña y vinieron a Uruguay, como casi todos los emigrantes, con muy poca edad, preparación y cosas materiales pero cargados de buenos valores, espíritu de sacrificio y esperanzas.

Trabajaron de mozo y empleada doméstica en sus inicios. Luego, mi padre  aprendió el oficio de carnicero que ejerce hasta el día de hoy con 86 años de edad. Mi mamá además de ayudar a mi padre en el negocio se dedicó a criarnos a mi hermano y a mí.


No fue fácil de niña ser apodada “la gallega” pues tenía un trasfondo claramente burlón y despreciativo de mis orígenes. No creo que sea cierto que los gallegos fueran fácilmente recibidos por la sociedad uruguaya pienso más bien que fue bienvenido el trabajo que ellos vinieron a ofrecer y  que los uruguayos de aquel entonces desechaban.


Desde siempre mis padres priorizaron el que estudiara dejando en claro que la otra alternativa tener que pasar por los sacrificios que ellos habían vivido. En mi casa, como en la de la mayoría de los emigrantes gallegos, no faltó nunca la comida pero había también que trabajar.  Desde muy jovencitos, mi hermano y yo fuimos a ayudar a mi padre en la Carnicería, donde pasamos más de una vacación de verano. Esas vivencias fueron  sin lugar a dudas,  tan útiles como las que recibí luego en la Universidad.


Como regalo de 15 elegí el viaje a España. La emoción era grande porque había atesorado durante muchos años las historias de la niñez de mis padres y las descripciones de todos los lugares por donde ellos habían estado. Tenía mucha familia por conocer, en especial quería encontrarme con mi abuela paterna. Como mucho de los hijos de emigrantes no tuve la compañía de ninguno de mis abuelos, personajes tan importantes en la vida de los niños. Si bien tuve la oportunidad de volver a Galicia muchas veces más, aquella visita no se borra de mi recuerdo.


A los 24 años de edad ya estaba recibida de Abogada, Escribana y Profesora de Inglés. Más adelante realicé numerosos cursos jurídicos y empresariales formé parte de la Catedra de Derecho Penal de la Universidad Católica y a la de Gestión Empresarial de la Universidad de la República. Siempre en esa línea cursé luego en la Universidad Católica, el Master en Administración de Empresas. Si bien todos ellos fueron logros personales creo que fue uno de los mejores regalos que les pude hacer a mis padres.


Apenas recibida ingresé al Consejo de Residentes Españoles representando a una agrupación de jóvenes españoles e inmediatamente después comencé a trabajar en la Asociación de Empresarios Gallegos del Uruguay cuando aún no había empezado a funcionar como tal. Más adelante fui seleccionada por la Federación de Empresarios Gallegos del Exterior (FEGAEX) para estimular el tejido empresarial gallego en el mundo. Es así que viajé a Venezuela, Mejico, Estados Unidos y Brasil. Luego de organizar los encuentros empresariales en AEGU me contrataron de Brasil y de Venezuela para que colaborara con ellos en propuestas similares.


La Asociación de Empresarios Gallegos me dio mucho y yo le dediqué todo mi esfuerzo y dedicación. Mi pasaje por ella fue sin lugar a dudas para mí un postgrado en gestión empresarial, donde tenía la oportunidad de escuchar a empresarios de distintos sectores intercambiar opiniones sobre distintos temas.  Esos empresarios que se forjaron aprendiendo de sus errores y que dejaron cuerpo y alma en lo que hacían, fueron grandes maestros para mí.


Transcurridos 8 años, sentí que tenía que irme de AEGU para poder crecer profesionalmente. Si bien salir del área de confort fue un paso duro, rindió sus frutos con el tiempo. Desde aquel entonces trabajo de mis profesiones en forma independiente y tengo el orgullo de contar dentro de mi cartera de clientes con muchos socios de AEGU que, de a poco y desde mis inicios, me brindaron su confianza.


Desde el punto de vista personal cuento con una familia conformada por un maravilloso marido y dos adoradas hijas.  Ahora es mi responsabilidad ayudarlas a ellas a transitar por la vida nutridas de buenos valores y enseñanzas como las que yo recibí.  

Agradezco a Dios la bendición de conservar hoy a mis padres, de tener una hermosa familia, de atesorar amigos  y  de tener la posibilidad de releer las hojas de mi libro de la vida con felicidad. 



O Resumo Edición Nº 321 - 18 de Mayo de 2018

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