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San Andrés de Teixido, el lugar al que irás después de muerto

A menos que vayas cuando estás vivo. Da igual en que estado sea, pero todo ser humano del planeta pasará por este lugar al menos una vez en la vida… o en la muerte. Al menos, si lo que se quiere es llegar al cielo, pues así lo dispuso Dios. Por eso, el dicho A San Andrés de Teixido vai de morto o que non foi de vivo.


En torno a esta leyenda, de la que se hablará más adelante, gira el principal atractivo de esta aldea gallega del municipio de Cedeira, un Rincón del Finde diferente, que cuadra a la perfección con las fechas de Halloween y el Día de Todos los Santos.


Un poco de historia de San Andrés de Teixido

En San Andrés de Teixido la leyenda y la historia se conjugan como una sola, pues la primera ha influido tanto en la segunda que la propia realidad se ha construido en torno al mito. La más extendida de las leyendas, la más conocida, dice que el apóstol San Andrés se sentía muy solo en esta desolada aldea, lejos de todo, y abandonado por la peregrinación de los fieles a Santiago. Dios sintió tanta lástima por el santo que le prometió una cosa: todos los mortales tendrían que pasar por San Andrés de Teixido y quien no lo hiciera en vida, debería de hacerlo muerto. O eso o no ascender al cielo, claro.


San Andrés de Teixido en uno de sus días de fiesta. | Shutterstock

Es por este motivo que San Andrés de Teixido es destino de peregrinación desde al menos la Edad Media. Si bien se dice que ya en época prerromana la aldea era el lugar de veneración de una divinidad precristiana. En cuanto a la iglesia de peregrinación del mismo nombre que la aldea, su construcción data del siglo XII, aunque el edificio actual parece que se levantó en el siglo XVI. También hay vestigios de reformas en los siglos XVII y XVII. En cualquier caso, este templo presenta un estilo gótico de tipología marinera, mientras que en su interior el retablo es de estilo barroco.


Las claves de San Andrés de Teixido

Las claves de San Andrés de Teixido son dos: su ubicación y su condición de enclave de peregrinación. Al final, como hemos dicho, la leyenda es la que ha marcado esta zona del planeta, considerada por algunos como el lugar sobre el que finaliza la Vía Láctea. Así, no solo su historia está influenciada por la ficción, sino también sus atractivos turísticos.


San Andrés de Teixido. | Shutterstock

Lo que más mola de San Andrés de Teixido es el camino: acudir a él andando. Desde Narón, por el Camiño Vello. Desde Betanzos, por el Camiño de Santo André. Desde el Castelo da Concepción, por la Ruta dos Peiraos. Desde el pueblo pesquero de Cariño, por el Camiño dos Cantís. O desde Ribadeo a través del Camiño do Mar, un trayecto que además es una variante del Camino Norte a Santiago de Compostela.


Cualquiera de estos senderos, cuyo kilometraje varía desde los 15 kilómetros hasta los 76, es una inmersión en la naturaleza gallega. En el camino hay que aprovechar además para cumplir otra tradición, la de buscar alguna piedra que arrojar en el milladoiro o, lo que es lo mismo, un amontonamiento de piedras que atestiguan el paso del peregrino (vivo). El destino de llegada tampoco defrauda. San Andrés de Teixido se ubica en plena sierra de Capelada, junto a algunos de los acantilados más altos de Europa.


La miga de pan que decidirá el destino de tu vida

Altar de San Andrés de Teixido. | Shutterstock

Luego, ya en la aldea, hay varias tradiciones más aparte de la del milladoiro. Por ejemplo, la de llevar una ofrenda que a veces consiste en unas figuritas hechas de miga de pan endurecida y pintadas a mano. Son los conocidos Sanandreses, que también se venden como souvenirs.


Asimismo, está el mito de la Fonte do Santo. Según este, el peregrino debe de hacer una consulta a San Andrés para después arrojar una miga de agua a la fuente. Si la miga flota significa que el santo atenderá la petición. Si, por el contrario, se hunde, una de dos: o sencillamente San Andrés pasa de la petición o, aún peor, el peregrino morirá en el plazo de un año.


Por último, otra tradición importante es la de la herba namoradeira o claveles marinos. Por una vez un hábito que no tiene que ver con la muerte, pues se dice que esta hierba, que se puede encontrar en la zona, da suerte en el amor.


El camino de los muertos

Camino nublado en San Andrés de Teixido. | Shutterstock

Si por algún motivo el caminante no dispone de oportunidad de hacer la peregrinación a lo largo de su vida, queda la opción b. Efectivamente: la de ir muerto. Esta alternativa se puede ejecutar de dos formas. O bien hay que reencarnarse en algún tipo de reptil, bicho o alimaña que se arrastre por el suelo (por eso, mejor tener cuidado de no pisar ningún tipo de ser vivo en las inmediaciones de Teixido). O bien, un ser querido debe de apiadarse del difunto.


Según esta última modalidad, el familiar, amigo o amante tiene que dar varios golpes a la lápida del muerto y llamarle por su nombre (si está en una urna de cenizas pues quizás lo correcto es llevarlas consigo). ¿Está ya allí contigo? Bien. Ahora toca la segunda parte: la de ir con el difunto a San Andrés de Teixido. Hay que hablarle todo el rato, no vaya a despistarse. ¿Y si se va en autobús o tren? Pues hay que coger un billete para nuestro acompañante. No es coña. Hay gente que lo hace.


Rincones cercanos a San Andrés de Teixido

Cabo Ortigal. | Shutterstock

Como se ha dicho, San Andrés de Teixido está enclavado en un paraje natural excepcional y si se llega haciendo la peregrinación ya se verán muchos de los lugares de los alrededores. Aún así, hay algunos cercanos que el visitante no puede perderse. En primer lugar, los miradores: el de Chao de Monte o el de Os Carrís. También el de A Garita da Herbeira, que se eleva a más de 600 metros sobre el mar y a pie del mismo. Otro sitio de obligada visita es el cabo Ortegal, punto donde el mar Cantábrico y el océano Atlántico se juntan.


Por ser un lugar repleto de leyendas y de una belleza excepcional, por eso es nuestro Rincón del Finde

En San Andrés de Teixido se juntan la belleza y el misticismo del paisaje, dando el uno al otro aún más intensidad. Como se ha dicho, visitar este lugar es, según el Altísimo, un sitio por el que tarde o temprano pasaremos. Quizás sea mejor hacerlo ahora de vivos, sin vernos obligados a venir más tarde como lombrices o serpientes…



 

Qué ver en Tafalla, paréntesis medieval entre montañas y riberas


Atardece sobre los viñedos próximos a Tafalla. El horizonte se tiñe de colores tintos y rosados. En esta comarca, intermedia entre atlántico y mediterráneo, la cercanía del equinoccio otoñal cambia paisajes y señala vendimias. Acompañando a la uva, maduran también escenarios, que adaptan sus colores al cambio estacional. Cuando el verano va quedando atrás, es el momento de disfrutar de los parajes de la zona media de Navarra.

Un lugar en el que historia, patrimonio y naturaleza tejen un tapiz único repleto de matices por descubrir. Persiguiendo el trazado de sus hilos, el visitante descubrirá desde vestigios del remoto calcolítico o restos de la época romana, hasta maravillosas edificaciones medievalesfortificadas. Merece la pena alcanzar la merindad de Olite para recorrer Tafalla y sus alrededores. Lo mejor es ir puntada a puntada, bordeando el río Cidacos, sorteando afluentes, disfrutando de cada centímetro de tela.


Fortaleza natural en Santa Lucía

Calles de Tafalla. | Shutterstock

La situación geográfica de Tafalla la convirtió muy pronto en unlugar estratégico, como zona de paso hacia el interior de Navarra. Pero también en testigo de incansables conflictos que enfrentaron a distintos actores. Tanto los producidos entre los reyes de Navarra y Aragón, como los protagonizados por las incursiones musulmanas. En tales circunstancias el cerro de Santa Lucía se reveló como la arquitectura natural perfecta para impedir la entrada a posibles invasores.


Históricamente, la primera alusión al núcleo de Tafalla se encuentra en una crónica árabe del siglo X, relativa a un acercamiento musulmán a Pamplona. Pero posteriormente son muchas las referencias a los servicios defensivos prestados por la ciudad, así como por sus habitantes. Un escenario que se repitió infinidad de veces a lo largo de los años. Se llegó a otorgar al núcleo de Tafalla, así como a sus pobladores, la consideración de protectores.


Tras la conocida batalla de Tafalla, en el año 1043, cerca de la ermita de San Gregorio, los episodios continúan. Mientras, paralelamente a ellos, el pueblo va creciendo y ganando distintos privilegios como premio por sus actuaciones. Fiel a este espíritu, Sancho Ramírez otorgó a Tafalla sus primeros fueros, confirmados posteriormente por sucesivos monarcas. Más tarde, tras las anexiones de Sarda, Candariz y Saso, en el siglo XV se convirtió en una “Buena Villa”, con derecho a celebrar Feria. Será en el XVII cuando Tafalla se aprecia como Ciudad con asiento en Cortes.


Su protagonismo en distintas contiendas prosiguió a lo largo del tiempo. Su nombre resonó durante la Guerra de la Independencia y en las Guerras Carlistas, además de en el curso de la ocupación francesa del XIX. Siempre apareciendo como preludio geográfico de la capital, Pamplona.


Todos estos acontecimientos dejaron cicatrices propias en el mapa de la zona. De hecho, aún hoy en día, es posible intuir episodios de la historia de Tafalla leyendo el trazado de sus calles. Empezado en la parte más alta frente al monte Ereta, el barrio de la Peña, donde las calles largas y pendientes imitan la topografía que habitan. Allí, la antigua Tafalla circundaba el antiguo castillo fortificado, del que hoy en día no queda nada pero sí la constancia escrita de su existencia.


Descender poco a poco, haciendo un receso en el patio Iribas, permite intuir los momentos de esplendor de la ciudad. Puede recorrerse la calle Mayor y las distintas plazas, y encontrarse cara a cara con lo que queda de la muralla. Paso a paso, es posible imaginar cómo fue Tafalla. Repasar su historia es el primer paso para conocerla. El siguiente será caminarla.


Esplendor entre iglesias y palacios

Iglesia de Santa María. | Zarateman, Wikimedia

A tan solo unos 37 kilómetros de Pamplona, Tafalla surge como un paréntesis, mitad septentrional, mitad meridional. Sus tierras acogen el tránsito del río Cidacos, en una relación de simbiosis marcada por la existencia de conflictos históricos vinculados a su cauce. Además de por el desarrollo de una forma de vida íntimamente unida a sus aguas, que toma forma en las tierras de aluvión. Pero Tafalla es y está más allá del río.


El callejero de la ciudad sorprende, salpicado de palacios que conviven, en secular armonía, con edificios religiosos de distintos estilos. El más antiguo es la iglesia de San Pedro, cuya existencia aparece documentada desde el siglo XII. Se aprecia el desgaste en algunos ornamentos exteriores, pero en el interior se conserva el Retablo de la Visitación de Joaquín Oliveras. Otro retablo a destacar es el del altar mayor de la iglesia de Santa María, obra escultórica del renacentista Anchieta.


Convento de la Purísima Concepción. | Zarateman, Wikimedia

El edifico, levantado en el siglo XIII con el nombre de San Salvador, es de estilo románico. Del mismo autor son la sillería del coro o del famoso “Cristo Miserere”. Las ermitas de San Gregorio o San Nicolás casi completan el elenco de construcciones religiosas. Sin olvidar los restos del antiguo palacio de Sosierra o, lo que es lo mismo, la ermita de San Nicolás, y su puerta vigilada por dos canes.


La visita a Tafalla puede alargarse a gusto del caminante. El pueblo está plagado de pequeños rincones llenos de encanto. Zonas donde aire y tiempo parecen congelarse para que los viajeros disfruten de un medievoque se traslada, por momentos, al presente. Hay quien asegura percibir, entre las sombras de los porches de la plaza, la presencia borrosa de un guerrero. O intuir, bajo una torre, el paso de un maestro cantero sumido en un cálculo eterno de piedras y medidas. En cualquier caso, estas figuras, imaginadas o no, pueden contar mucho sobre la ciudad que habitan. Dejarse guiar por ellas conducirá a lugares increíbles.


Palacio de los Mencos. | Eduardo Sanz, Wikimedia

Empezando por el convento de las Concepcionistas Recoletas o de la Purísima Concepción y, el hermoso arco que lo une al palacio de los Mencos. Este fue construido extramuros al borde de la carretera que conduce a la vecina Olite, a finales del siglo XVI. Está coronado por un mirador desde el que se aprecian las tierras olitenses, y decorado con el escudo familiar. De igual modo que la fachada del palacio del Marqués de Feria, en el que también destaca la escalera original. Otro palacio, el de los marqueses de Falces, se utilizó como ayuntamiento hasta bien entrado el siglo XVII. Mientras, el de los Mariscales alberga en la actualidad la biblioteca de la ciudad.


Puentes hacia las afueras

Obelisco en la plaza mayor de Tafalla. | Shutterstock

Dejando atrás los palacios, un banco de la plaza mayor de Tafalla será el lugar perfecto para descansar tras horas de paseo. El escenario no puede ser mejor, ni las vistas… El palco de la música, el obelisco, los sombreados soportales, forman un hermoso conjunto. Pero el receso ha de ser corto, pues todavía quedan puentes por cruzar.Al norte, el puente de la Panueva, conocido antiguamente como el de Suso, del siglo XVI. Otro, el de la Estación, llamado también el de Yuso, fue ampliado en el siglo XIX. Ambos se elevan sobre el río Cidacos, nacido de la historia de amor entre un arroyo, el Arlusia, y un barranco, el Mairaga. Desde su origen, cerca de Mendívil, el curso del agua recorre un paisaje plagado de vallesen la Valdorba.


Castillo de Olite. | Shutterstock

Más tarde, el río desciende los llanos entre Tafalla y Olite. Esta última parada es un tesoro medieval, coronado por su famoso castillo. Para descubrirlo tan solo hay que acceder por uno de sus portales, el de Tudela, el de Tafalla o el de la Cava. Siempre cerca, las presas ciñen el río y enmarcan el paisaje creando bellos parajes de encinas y alcornoques en el transcurso del Camino de Santiago en su vertiente francesa.

Continuando en los alrededores de Tafalla, la reserva natural de la Laguna del Juncal, se presenta como un escenario ideal para los amantes de la ornitología. Garzas, aventorillos y tritones jaspeados acompañan la espera del momento de retomar la ruta del vino de Navarra.


De vuelta, toca repasar la jornada. Revivir mentalmente el camino andado: callejear entre palacios, descubrir senderos, salvar puentes, seguir con la mirada el vuelo de un pájaro… Atardece sobre los viñedos próximos a Tafalla. El aire sabe a caramelo de piñones, o de café con leche. Cae un sopor nocturno sobre la ciudad que se acurruca en un duermevela otoñal. Los fantasmas se refugian en las sombras. Todos, a la espera de un nuevo viaje.



 


The Crown elige España: lugares de rodaje dignos de la realeza británica


La serie de The Crown, que narra la vida de la recién fallecida reina Isabel II desde los años 40 hasta los tiempos modernos, ha rodado muchas de sus escenas en España. Concretamente, secuencias de la tercera y la cuarta temporada. También de la quinta, que se acaba de estrenar en Netflix. Así, Mallorca y Andalucía son los escenarios que conforman la España de The Crown.


Lugares de The Crown en España: Sevilla

San Juan de Aznalfarache

San Juan de Aznalfarache. | Shutterstock

Una de las tramas de la tercera temporada de la serie británica gira en torno a la madre del marido de Isabel II, Felipe de Edimburgo: la princesa Alicia de Battenberg. Durante la II Guerra Mundial, Battenberg vivió en Atenas, donde trabajó para la Cruz Roja ayudando a establecer comedores para la población. Pues bien, para representar las calles que transitó entonces la princesa, se eligió el municipio de San Juan de Aznalfarache, ubicado a orillas del Guadalquivir.


Hotel Alfonso XIII

Hotel Alfonso XIII de Sevilla. | Shutterstock

La capital hispalense también forma parte del The Crown de España. En los años 60, la princesa Margarita, hermana de Isabel II, hizo junto con su marido Antony Armstrong-Jones un viaje por toda California. El célebre Hotel Alfonso XIII representó, en este marco, uno de los escenarios del recorrido: una villa californiana.


Lugares de The Crown en España: Cádiz

Zahara de los Atunes

Playa de los Alemanes de Zahara de los Atunes. | Shutterstock

Pero si hay una provincia andaluza que ha acumulado chinchetas en el corcho de la serie producida por Netflix esa es Cádiz. Durante la tercera temporada se rodaron algunas de las escenas del retiro de Margarita en la playa de los Alemanes de Zahara de los Atunes. Recreaba, nada más y nada menos, que a la caribeña y paradisiaca isla de Mustique. En esta localización se pueden apreciar en pantalla tanto interiores como exteriores de este rincón de Cádiz.


La urbanización de Sotogrande

Sotogrande. | Shutterstock

La urbanización de Sotogrande, ubicada en el municipio de San Roque, es otro de los destinos de la visita de Margarita a los Estados Unidos durante la tercera temporada. En pantalla, podemos ver a la princesa paseando en su coche por el palmeral de la urbanización.


Arsenal de la Carraca en San Fernando

Otra de las tramas que se desarrolla tanto en Sevilla como en Cádiz es la de la ya mencionada Alicia de Battenberg. En este caso, el escenario elegido es el Arsenal de la Carraca, un establecimiento militar del siglo XVIII ubicado en el municipio de San Fernando, que personifica, de nuevo, calles atenienses. Aquí, vemos, por ejemplo, como la madre del Duque de Edimburgo lleva una joya a un usurero con la intención de empeñarla para sacar adelante el convento en el que vive. Porque durante la Segunda Guerra Mundial, la princesa llegó incluso a vivir en la miseria. El Arsenal de la Carraca sale en The Crown en una segunda ocasión, esta vez en la temporada cuatro. En este caso, se representa la llegada de la ministra Margaret Thatcher a un barco atracado, en la ficción, en el Puerto de Nassau en Bahamas, donde se celebró una importante conferencia de la Commonwealth en 1985.


Puerto Real

La biblioteca del Campus Universitario del Río San Pedro de la villa de Puerto Real también es una de las localizaciones de la serie. De nuevo, este escenario representa el Puerto de Nassau en el mismo momento que en el descrito un par de líneas arriba. Solo que en este caso se representa la llegada de Isabel II a la conferencia.


El puente de hierro del Campo de Gibraltar

Comarca de Campo de Gibraltar. | Shuttesrtock

En la cuarta temporada de The Crown, que se centra sobre todo en el matrimonio de Diana de Gales y el príncipe Carlos, España aparece en muchas ocasiones personificando la gira del matrimonio por Australia. Así, el puente de hierro ubicado en la localidad de San Martín del Tesorillo, en la comarca de Campo de Gibraltar, forma parte de un frondoso bosque australiano en la ficción, cercano a la ciudad de Darwin.


Jerez de la Frontera

Jerez de la Frontera. | Shutterstock

Siguiendo la trama de Alicia de Battenberg, el Convento de Santo Domingo de Jerez, ubicado a las afueras de la ciudad, personifica el convento en el que vivió la princesa en Grecia. El mismo por el que tuvo que empeñar una joya. Por su parte, la finca La Peñuela, se transforma en la serie para dar forma a un rancho de Arizona que el matrimonio de Margarita y Antony Armstrong-Jones ocupó durante su viaje a Estados Unidos.


Playa de Bolonia

Playa de Bolonia. | Shutterstock

La quinta temporada de The Crown también ha elegido a España para grabar algunas de sus escenas. Y, aunque Mallorca ha sido el escenario predilecto, la playa de Bolonia también saldrá en pantalla representando unas ruinas italianas que la princesa Diana va a visitar.


Lugares de The Crown en España: Málaga

Palacio de Congresos de Torremolinos

Torremolinos. | Shutterstock

Málaga es una localización muy recurrente en la cuarta temporada de The Crown, pero solo sale en uno de los episodios de la tercera. Concretamente, el Palacio de Congresos de Torremolinos se utiliza para escenificar la llegada de Margarita y su marido al aeropuerto de Los Ángeles en esa recurrente gira que hace el matrimonio por el país norteamericano.


Hotel Málaga Palacio

Hotel Málaga Palacio. | Shutterstock

Como se ha dicho, es la historia del matrimonio entre Lady-Di y el príncipe Carlos la que marca la trama principal de la cuarta temporada de la serie. A este respecto, Málaga y Almería son las provincias elegidas parainmortalizar el paso de la pareja por Australia. Por ejemplo, desde el Hotel Málaga Palacio, uno de los más famosos de Málaga, Netflix representa la llegada del matrimonio a la ciudad de Brisbane, aunque son más los rincones de la ciudad que aparecen en pantalla.


Residencia Militar Castañón de Mena

En el mundo real, la Residencia Militar Catañón de Mena es una de las residencias militares más grandes de Europa que ofrece alojamiento y descanso tanto al personal militar como a sus familias. Pero en el The Crown de España sirve como escenario para la visita de la pareja real a Oceanía. Por ejemplo, en la piscina, la ficticia Lady Di posa junto a unos nadadores tras una competición en Sidney.


Auditorio Cortijo de Torres

Aunque parezca imposible, el Auditorio Cortijo de Torres se disfrazó como si se tratara de la mismísima Ópera de Sídney gracias a la postproducción. Aquí, el príncipe Carlos pronuncia uno de sus muchos discursos.


Gran Hotel Miramar

Son varias las ocasiones en las que tanto exteriores como interiores del Gran Hotel Miramar hacen acto de presencia en la serie británica. Así, es posible ver a la actriz Gillian Anderson, que da vida a la Primera Ministra Margaret Thatcher, manteniendo una discusión con su marido o repasando los borradores de sus discursos.


Jardín Botánico-Histórico de la Concepción en Málaga

Jardín Botánico-Histórico de la Concepción en Málaga. | Shutterstock

Otra de las paradas de los príncipes de Gales por Australia fue la ciudad de Adelaida, que en el rodaje de la serie se corresponde con el Jardín Botánico-Histórico de la Concepción, un espacio que fue creado en 1855 de la mano de los marqueses de Casa Loring.


Lugares de The Crown en España: Almería

Desierto de Tabernas

Desierto de Tabernas. | Shutterstock

Almería continúa formando parte de esa especie de Andalucía australiana. No podía faltar entre las localizaciones el desierto de Tabernas, tan usado como escenario de rodaje en otras ocasiones. Netflix utiliza en esta ocasión el Llano del Búho para recrear el Parque nacional de Uluru-Kata Tjuta, donde los príncipes de Gales tratan de subir a la cima sin éxito.


Urbanización El Toyo

Alrededores de El Toyo. | Shutterstock

Otro de los rincones malagueños usados en el rodaje de The Crown en España es la urbanización de El Toyo, la cual fue construida en el año 2005 para ser usada como villa olímpica para los Juegos del Mediterráneo. En la serie se utiliza para ejercer de diferentes aeropuertos desde los que partían o a los que llegaban los príncipes.


Lugares de The Crown en España: Mallorca

Cala de Sa Calobra. | Shutterstock

En la quinta temporada, una de las tramas principales ronda en torno a la pareja de Diana de Gales y el multimillonario Dodi Al-Fayed. Mallorca ha sido el escenario elegido para recrear el idilio romántico entre ambos, procurando imitar los paisajes de la Costa Azul, que se corresponde con el sureste de Francia y la totalidad de Mónaco. La cala de Sa Calobra, la sierra de Tramontana o Port Sóller son algunos de los escenarios que podemos ver en pantalla en esta nueva entrega.



 


Los 13 puentes más espectaculares de España


Romanos, de tirantes, medievales o de hierro, los puentes más espectaculares de España son muy variados. Son, junto a castillos y fortalezas, algunos de los mejores ejemplos de la ingeniería civil del país. Los más antiguos formaban parte de grandes vías y defendían los pasos a sus ciudades. Mientras tanto, los más recientes son grandiosas obras fruto de siglos de experiencia y avances tecnológicos. En todo caso, todos ellos son grandes símbolos de sus localidades.


Los puentes más impresionantes de España

Puente medieval de Besalú

Puente medieval de Besalú. | Shutterstock

Este paso sobre el río Fluviá muestra un espectacular estilo románico. Es uno de los responsables del ambiente medieval que este pueblo de Gironaluce. Cuenta con siete arcos, uno de ellos incrustado en la propia muralla de Besalú. Sin embargo, lo que más destaca en sus 135 metros de largo es la torre hexagonal que fortifica su centro. Tanto este punto fuerte como la puerta que da inicio a un extremo de la estructura son reconstrucciones de principios del siglo XX. Las torres originales fueron demolidas a finales del XIX. Más tarde, en la Guerra Civil, sufrió voladuras. Por tanto, a pesar de ser del siglo XI, ha sufrido multitud de arreglos.


Puente romano de Alcántara

Puente romano de Alcántara. | Shutterstock

Alcántara viene del árabe y significa "el puente". Un dato que confirma la influencia de este edificio en sus alrededores. A unos 400 metros del pueblo al que da nombre, fue creado en el 103/104 d.C. Su vano o luz central alcanza casi 30 metros de ancho y es el segundo más grande que realizaron los romanos. Desde entonces poseía un valor estratégico enorme, al permitir cruzar el Tajo. De esta forma, la Vía de la Plata, que hoy trascurre unos 30 kilómetros al este, salvaba el caudaloso río. Hoy el cauce aparece seco, debido a los desvíos necesarios para crear los cercanos y gigantescos embalses. Tampoco su aspecto es el original, que se conservó hasta aproximadamente el siglo XIII. Entonces las guerras entre musulmanes y cristianos supuso una primera destrucción. Los conflictos con portugueses y franceses llevaron a nuevos desperfectos y nuevos pero historicistas arreglos. En el centro posee un arco, dedicado a Trajano, y cerca de él un templo romano.


Puente de Piedra en Zamora

Puente de Piedra en Zamora. | Shutterstock

Sin salir de la Vía de la Plata, pero algo más al norte, el puente de Piedra de Zamora fue durante mucho tiempo el único que cruzaba el Duero en la ciudad. Ha sido conocido como "puente nuevo" durante gran parte de su historia, ya que sustituyó a uno romano desaparecido en el siglo X. Aunque no queda claro si ambos coexistieron, se cree que la presión musulmana llevó a que se derrumbara para aumentar las defensas de la población. Su aspecto quedó marcado por la remodelación de 1906. Sus torres defensivas se derribaron, su forma se simplificó sobremanera y hasta se eliminó un arco, quedando solo 15. Los retoques habían sido muchos debido a las habituales crecidas del río, pero esta se considera un desastre patrimonial. Con todo, sus arcos ojivales siguen recordando al paso románico ejecutado en el siglo XII.


Puente Nuevo de Ronda

Puente Nuevo en Ronda. | Shutterstock

Las partes nuevas y antiguas de Ronda se unen gracias a este espectacular puente. Se ubica sobre una profunda garganta, cuyos riscos tienen más de 100 metros. Encajonado en ella destaca esta llamativa infraestructura de finales del siglo XVIII. Antes de él hubo otras intentonas para construir un paso sobre el río Guadalevín, como la de 1735. Esta se saldó con un colapso que mató a medio centenar de personas. En 1793, con el arquitecto José Martín de Aldehuela como principal mando del proyecto, se inauguró el actual. Es uno de los máximos atractivos de esta localidad de la provincia de Málaga.


Puente de San Pablo en Cuenca

Puente de San Pablo en Cuenca. | Wikimedia

La influencia de Gustave Eiffel, célebre ingeniero civil francés, se deja ver en este puente de 1903. Metálico y basado en los triángulos, tiene un par de vanos que alcanzan los 60 metros de alto. A lo largo, alcanza unos cien. Su arquitecto fue José María Fuster y Tomás. Permite cruzar la hoz del río Huécar. Por tanto, es un lugar perfecto para observar vistas desde abajo de las Casas Colgadas de Cuenca. Tuvo un predecesor a inicios de la Edad Moderna, pero acabó cayendo.


Puente del Dragón en Alcalá de Guadaíra

Puente del Dragón. | Shutterstock

Esta gran obra de arte es uno de los pocos puentes figurativos de Europa. Una sierpe cerámica se abre paso entre dos calzadas de la circunvalación que une Alcalá de Guadaíra con Dos Hermanas, muy cerca de Sevilla. El responsable del mismo fue el ingeniero José Luis Manzanares, que se inspiró en el modernismo catalán. Más concretamente, Gaudí y el Parque Güell son los principales referentes. De este modo, el dragón es un enorme trencadí, un elemento decorativo compuesto de argamasa y azulejos. Otra curiosidad es que el diseño fue elegido por votación popular. Desde que se abriera en 2007 también se le ha conocido como el "guardián del Castillo", ya que tiene al fondo la bella alcazaba local.


Puente Zuazo en Puerto Real y San Fernando

Puente Zuazo en San Fernando y Puerto Real. | Wikimedia

Los dos próximos puentes están en la provincia de Cádiz. Ambos son extraordinarios por motivos muy distintos. El puente Zuazo posee un pasado muy épico. Cruzando el caño de Sancti Petri, une Puerto Real y San Fernando. En primer lugar fue parte del acueducto de Gades, una infraestructura que llevaba agua al importante centro urbano de origen fenicio, una de las más antiguas poblaciones de España. Sin embargo, la fábrica actual se debe a Louis Gautier, que llevó a cabo unas reformas en el siglo XV. Al ser estas encargadas por el señor del lugar, apellidado Zuazo, el puente tomó tal nombre. Desde entonces fue una fortificación inexpugnable. Defendió la entrada a San Fernando y Cádiz en varias ocasiones, como en los ataque ingleses de 1596 y 1625. Tras nuevas defensas, su momento álgido llegó cuando defendió la ciudad de los franceses en la Guerra de la Independencia. Gracias a sus fortificaciones y la valentía de los defensores la Tacita de Plata fue el último reducto español no ocupado en la península ibérica. Sus baterías defensivas siguen en pie hoy día.


Puente de la Constitución de 1982 en Cádiz

Puente de la Constitución de 1812 en Cádiz. | Shutterstock

Más de tres kilómetros tiene el puente más largo de España. De ellos, más de 1.400 pasan sobre el agua de la bahía de Cádiz. Atirantado, del inicio de las obras a su apertura pasaron unos 7 años. Desde entonces, en 2015, ha supuesto un nuevo y necesario acceso a la ciudad, dado el carácter insular de la capital gaditana. Su principal vano supera el medio kilómetro de ancho, permitiendo el paso de embarcaciones a los puertos interiores. Mientras tanto, su coste se elevó por encima de los 500 millones de euros. Una obra colosal.


Puente de Vizcaya, Portugalete

Puente de Vizcaya.

El siguiente de los puentes más espectaculares de España está en la otra punta del país. Hacia el final de la ría del Nervión, en Portugalete, está el puente de Vizcaya. Todos los días realiza su labor como transbordador. Por un pequeño peaje se puede pasar en una de sus barquillas de un lado a otro de la ría. Data de 1893 y fue el primero de su tipo en el mundo. Gracias a su altura de 60 metros no impedía la navegación que tan necesaria era para el tejido industrial de Bilbao y alrededores.


Puente romano de Mérida

Puente romano de Mérida.

La capital de la Vía de la Plata tiene el honor de poseer el puente romano en pie más largo del mundo. Con más de 700 metros, atraviesa el Guadiana gracias a 60 arcos de medio punto. Sus extremos conservan gran parte de la fábrica original, mientras que la parte central ha sido reforzada en multitud de ocasiones. Esto se debe tanto a voladuras bélicas como a la acción de la vía fluvial que salva. En el centro se puede observar una isla en torno a un espolón. Esta estructura, conocida como tajamar, se adentraba en las aguas del Guadiana cientos de metros para achacar el efecto de la corriente sobre este puente de Mérida. Su resistencia la confirma el hecho de que hasta 1991 aguantó tráfico rodado. Una marca notable, ya que su origen se halla en el primer siglo antes de Cristo.


Puente de Puente La Reina


Puente la Reina

Románico y de origen medieval, es el puente más jacobeo de la lista. Por el Camino de Santiago pasan muchos de los integrantes de esta lista, como los de Mérida, Zamora o Salamanca. Ubicado en Gares, Navarra, se adjudica su construcción a una reina, como indica el nombre del pueblo. Esta habría sido Doña Mayor de Castilla o Doña Estefanía de Pamplona. La misión desde el principio era permitir a los peregrinos cruzar el Arga. En Puente La Reina se unen el Camino Francés y el Camino Aragonés, vías clave para los fieles que llegaban de Europa. Por tanto, la construcción fue clave. Al lugar se ata la leyenda del txori, un pajarillo que acicalaba a la virgen de Puy que solía estar en una hornacina del puente y hoy reposa en una iglesia cercana.


Puente de Ajuda, Olivenza

Puente de Ajuda. | Shutterstock

Junto a Olivenza, en Badajoz, es uno de los pueblos más fronterizos de España. Su soberanía todavía es motivo de disputa entre españolas y portugueses. Como el de Mérida, el puente de Ajuda está sobre el Guadiana. A pesar de encontrarse en un estado de ruina desde 1709 es uno de los puntos más interesantes del municipio. La destrucción final fue obra del ejército español durante la Guerra de Sucesión. Esta llego solo dos siglos después de que Manuel I de Portugal lo erigiera. La gran torre que lo defendía y buena parte de sus arcos no son más que piedras actualmente. Con todo, sigue siendo foco de atención gracias a romerías y actos culturales.


Puente romano en Salamanca

Puente romano en Salamanca. | Shutterstock

Para terminar con los puentes más espectaculares de España queda uno muy literario. Mitad romano y mitad medieval, El Lazarillo de Tormestrascurre en parte sobre este paso. Las coléricas riadas del afluente del Duero se lo pusieron difícil, pero logró sobrevivir hasta la actualidad. En su tramo romano, cuyo origen está atado a la Vía de la Plata en el siglo I d.C., hay un berraco vetón. Dicha cultura generó núcleos de población hoy ruinosos o no encontrados, además de los que sí han sobrevivido. Se trata de la escultura más antigua de la capital charra. Mientras tanto, el puente hispano se creó en el siglo XII. Con sus dos catedrales de fondo, es uno de los grandes monumentos de Salamanca.




O Resumo Semanal - Edición Nº 529 - 11 de Noviembre

Fuente: espanafascinante.com 28.10.2022

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