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Vivir en España, trabajar en Alemania

Cada vez son más los nómadas laborales que optan por desarrollar su actividad en un lugar distinto al de su empresa. Los expertos advierten de obstáculos como la adaptación horaria o la socialización

Nomadismo digital o laboral. Así han bautizado los expertos a un fenómeno que vive su particular auge y que cuenta cada vez con más adeptos. Básicamente, y contado de manera sencilla, esto consiste en vivir en un país y trabajar en otro. Y en esto ha tenido mucho que ver la irrupción de la pandemia. Porque las medidas que trajo parejas el covid lograron que se multiplicara por tres el porcentaje de personas que teletrabajaban: esta cifra pasó del 4,8 % al 16,2 %, según los datos del Ministerio que capitanea Nadia Calviño.


Y esta flexibilidad de poder trasladar la oficina al hogar (o a cualquier otro punto) ha traído consigo cambios mucho mayores. Porque tras comprobar que la experiencia del confinamiento funcionaba, algunos empleados se plantean ahora seriamente trabajar para una empresa de otro país del mundo y mantener su casa como lugar de trabajo. Según un estudio reciente de Infojobs, el 55 % de los españoles estarían dispuestos a ser contratados por compañías extranjeras, preferentemente radicadas en lugares como Reino Unido, Alemania o incluso Estados Unidos. Hay sectores que se han adaptado con mayor facilidad a esta nueva tendencia. El tecnológico es la mejor prueba de que esta fórmula funciona. Muchos de los empleados que trabajan en este mundo ya vivían en un país y trabajan en otro antes incluso de que el coronavirus escribiera unas nuevas reglas para el mercado laboral. «Ahora se está convirtiendo en una opción más común, pero ya se daba antes», asegura César Córcoles, profesor de los Estudios de Informática, Multimedia y Telecomunicación de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC). Aquellos que optan por realizar sus tareas diarias de esta forma lo hacen con un buen puñado de razones como justificación. Y como explica el investigador de psicología del trabajo de la UOC Enrique Baleriola, estas razones son «siempre personales». Eso sí, no todo son puntos positivos. Porque para lograr «motivación y cohesión», tanto la empresa como el trabajador, al estar alejados físicamente, deben mantener una comunicación «sincera y transparente».

Las empresas tecnológicas son las que más han abrazado el trabajo en remoto como fórmula predominante para sus plantillas. Según un estudio de Adeccopara toda Europa, es el sector que, tras el encierro, más ofertas ha publicado que incluían la palabra teletrabajo como fórmula de captación de talento. El informe destaca que la cantidad de puestos vacantes con dicha condición se disparó un 126 % entre mayo del 2020 y abril del 2021. Y todo este caldo de cultivo ha provocado un importante éxodo de trabajadores hacia empresas que mantienen este tipo de condiciones laborales. Según explica el experto de la UOC, en el sector de la tecnología han aumentado este tipo de propuestas, pero «cada vez más es una opción viable y atractiva para otros sectores». ¿Es legal vivir en otro lugar? Vivir en un país y trabajar en otro puede convertirse en un quebradero de cabeza a la hora de legalizar la situación del empleado. Baleriola menciona la normativa como una cuestión básica que hay que tener en cuenta a la hora de aceptar un trabajo en remoto. Y Miguel Arenas, experto en derecho laboral, va un paso más allá y asegura que una empresa tiene «la obligación de registrarse como tal en España» para ofrecer el empleo al trabajador, aunque no tenga necesariamente una sede física.

De esta forma, tras dar de alta a la persona, esta gozaría de los mismos derechos y obligaciones que si trabajara en una compañía española. Según el abogado, se trata de una tendencia muy en aumento a causa de la «globalización» y también por la pandemia pero, advierte, también se están dando casos de «uberización del sistema de relación laboral», cuando el empleado tiene la exigencia de darse de alta como autónomo. No es oro todo lo que reluce. Porque en cuanto al bienestar del personal, el experto en psicología apunta a las «dificultades de socialización» o el «riesgo de aislamiento, desmotivación o falta de identificación con la empresa»como algunas de las barreras que podría generarse a lo largo del camino.

Al otro lado de la balanza, las cosas más positivas: «El hecho de que la empresa contratante pague más que las locales, el interés por una cultura, buscar mejor calidad de vida u opciones que se ajusten mejor a nuestras expectativas», explica el profesor de la UOC. Habrá algunas exigencias que tendrá que cumplir el trabajador. La fundamental: saber inglés. Pero el experto lanza un mensaje tranquilizador a los que quieran vivir en un país y trabajar en otro: «No debe preocuparnos nuestro acento, solo expresarnos con claridad».

Lo que recomiendan es que al inicio de la relación contractual se establezcan las posibilidades de sincronizar el trabajo entre el empleado que vive fuera y el resto de la empresa: «Debe existir un equilibrio entre la flexibilidad del teletrabajo y las necesidades de coordinación y los horarios de la empresa». En este sentido, recuerda, debe crearse una franja horaria de disponibilidad, que en muchos casos será marcada por la diferencia de huso horario entre países. Además, debe buscarse un espacio horario para temas laborales. Y Baleriola apuesta por componer «espacios en línea informales» para hablar de otras cuestiones y así «lograr conectar con los compañeros».

Si el trabajador está motivado y hay cohesión en el equipo, «será beneficioso para ambas partes: la empresa construirá una marca cosmopolita y el trabajador aumentará su compromiso y productividad».




O Resumo Edición Nº 489 - 17 de Diciembre de 2021

Fuente: lavozdegalicia.es 12.12.2021

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